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miércoles, 9 de junio de 2010

IMPLANTACION ESTRATÉGICA

Tengo que comenzar este post con la confesión de que tenia la equivocada idea de que esto de las estrategias, las preocupaciones por la implantación de la misma y las 7 S, era un invento que se estudiaba en las universidades y lo aplicaban las 4 empresas grandes a las que le sobra el dinero para jueguecitos. Para mi sorpresa a la hora de buscar información sobre el tema, resulta que abundan las empresas que se dedican a ayudarte en descubrir tu camino, y comunicar la estrategia y la visión de la empresa a todos los niveles, así mismo se ofrecen diversos programas informáticos de apoyo a la gestión de organizaciones como el Control de Desempeño, el Cuadro de Mando Integral,… Que avergonzado estoy, yo pensando que esto era algo empírico que solo daba de comer a Carrión y sus amigos y resulta que ya está muy extendido y que la competencia en consultorías en este entorno es feroz, así que el método debe funcionar.

¿Y por que es necesario, que venga un tercero a decirme lo que tengo que hacer en mi empresa? Pues por que para implantar una estrategia nueva en una organización debe comenzar con una verdadera participación involucrando la cultura, las estructuras y los sistemas de trabajo de la empresa. Debemos entender la implantación estratégica como un proceso continuo que involucra a todos los individuos que forman la empresa, de forma que debemos que cerciorarnos que cada uno entiende el propósito y el rumbo a seguir, y esta dispuesto aportar, dado que por más esfuerzo que hagamos, si este se aplica en la dirección equivocada nunca dará los resultados esperados. La estrategia al fin y al cabo trata de comprometerse con una visión compartida, de no malgastar esfuerzos por falta de alineación, de no dejarse ganar por el desánimo o los intereses individuales, y esto muchas veces no es posible debido a que algunas brechas infranqueables entre trabajadores y jefes, impiden la participación franca de todos, por ejemplo, si no tenemos confianza con el jefe para indicar resaltar carencias, indicar problemas o exponer nuestras ideas, el resto de la maquina de la implantación no funciona, por eso siempre es bueno contar con un intermediario, al que todos, directivos y trabajadores se puedan dirigir en igualdad de condiciones y evitar el temor a las represarías.

Si contamos con la colaboración y la disposición de toda la organización para avanzar en un mismo sentido, o sea si hemos revolucionado nuestra manera de pensar y trabajar con el ser humano, si estamos en condiciones de conservar nuestra dignidad y motivación, si todos contamos con espacios de colaboración acorde a las capacidades que nos distinguen, si creamos los procesos de ajuste, comunicación y aprendizaje necesarios. Entonces ya podemos pasar a la implementación estratégica que necesariamente ha de movilizar el resorte humano, que plantea en sí un posible problema pues, lo sabemos, a menudo somos reticentes a empujar hasta el límite de nuestras capacidades, a probar o experimentar cosas nuevas. Por el contrario, resistimos, evitamos, racionalizamos y apuntalamos nuestra auto-decepción de que las cosas están bien como están, nos volvemos auto-protectores, acusadores y recelosos y dejar que mueran nuestras ilusiones consoladoras.

El primer problema que nos encontraremos al implantar serán los individuos antiestratégicos, que incluso engendran contraculturas y camarillas derrotistas que convocan sutilmente al desaliento dentro de la organización, nada que ver con el Actitud Estratégica tan esencial en estos procesos. Implementar la estrategia implica superar con exactitud estos niveles de resistencias, mayores a medida que menos participamos en su concepción y sentimos se amenaza nuestra actual posición dentro de la empresa.

La explicación a tanta resistencia la encontraremos en tres rasgos negativos y retrógrados presentes en la empresa de hoy: Jerarquía, Burocracia y Autocracia que, ponen a la gente a dormir y hace difícil que el comportamiento organizacional sea inteligente, estratégico, integrado y colaborativo.

El equipo empeñado en llevar adelante y contagiar la visión estratégica tendrá que trabajar en lo sucesivo mucho por obtener transformaciones significativas en el pensamiento, la actitud y conducta de todos. Una estrategia sin este proceso de revolución del frente interno es letra muerta. El cambio que se requiere cuando estamos enfrascados en despuntar y consagrarnos en el mercado nos exige pasar “… de criticar a la gente a apoyar su desarrollo, de resolver problemas a aprender de ellos, de dar respuestas a hacer preguntas, y de hacer cumplir las reglas a alentar los valores… de pasividad a participación, de responsabilidad individual a la de equipos, de toma de decisiones gerenciales a consenso, de competición a colaboración, y de dirección a auto-dirección.

Implementar la estrategia es en definitiva afianzar en la organización un sentido estratégico compartido, un hábito de dar lo mejor como única posibilidad de éxito. Pasar de las buenas intenciones a la obtención de resultados es el bautismo de toda filosofía. Por este hecho a la hora de implantar no solo debemos marcarnos objetivos orientados al frente externo, sino además objetivos concretos que puedan medir la calidad de nuestra implementación.

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